Como ya hemos comentado en post anteriores, el uso de aceites esenciales es algo que no debe tomarse a la ligera. La imagen que poseen estos productos de "naturales", sólo crea confusión en usuarios que conocen poco de ellos y el gran potencial terapéutico que tienen. Como usuaria regular de estos productos, sugiero no nos dejemos persuadir por su naturaleza aparentemente inofensiva, y es que hay que tener en cuenta que los aceites esenciales son seguros siempre y cuando sean administrados apropiadamente, en dosis recomendadas. Tienen que ser administrados con más cuidado que otros extractos naturales debido a su alto grado de concentración de activos y obviamente debe hacerse un seguimiento del tratamiento para evitar intoxicaciones, sobredosis o reacciones alérgicas.
Al usar aceites esenciales hay que tener en cuenta la calidad de los mismos, revisar bien la etiqueta y encontrar al menos 5-7 datos importantes: Grado de pureza, nombre común y nombre científico, si encontramos el quimiotipo es un adicional de importancia (nos indica que el productor conoce el perfil cromatográfico de la planta y por ende el ingrediente activo principal), identificación de peligros y recomendaciones de almacenamiento, vida útil del producto, lote y origen, instrucciones de uso y primeros auxilios.
Si ya encontramos los productos adecuados, ahora veamos que potenciales peligros se nos pueden presentar.
Toxicidad: representado por el grado de intoxicación que podemos padecer en caso de una sobredosis. Esto depende principalmente del método de aplicación, puede ser una intoxicación oral por ingestión o por aplicación tópica y absorción en la piel. La intoxicación puede ser aguda y resultar en daño hepático o de riñón hasta la muerte en el peor de los casos por una ingesta de una dosis letal accidental. Es por ello que los frascos deben tener siempre un gotero o tapón y estar alejado de los niños.
Envenenamiento (intoxicación): Se produce por una ingestión de una dosis mayor a la recomendada o por períodos mayores a los recomendados. Esto causa daños en los tejidos principalmente hepático y renal, que son los encargados de limpiar el organismo y purificar la sangre, eliminando los residuos que pueden causarnos un envenenamiento en el momento. El problema lo veremos a largo plazo, cuando varios órganos se vean comprometidos.
Irritación: Producida cuando un agente irritante entra en contacto con nuestra piel, elementos corrosivos como algunos aceites esenciales. La reacción ocurre inmediatamente y su severidad depende de que tan concentrado sea el agente irritante, así como el tiempo de exposición y el tipo de piel del individuo. Puede producirse en forma de una sensibilización (urticaria, enrojecimiento, etc).
Sensibilización: Es una reacción dérmica producida por un agente irritante que generalmente causa una alergia o urticaria temporal, enrojecimiento o abrasión de la piel. Uno de los aceites esenciales que causa estos efectos adversos es la canela.
Fotosensibilidad: Es una reacción alérgica en la piel que ocurre en presencia de luz ultravioleta. Los aceites esenciales de cítricos pertenecen a este grupo de interés.