Los aceites esenciales (AE) son tan omnipresentes en nuestra vida diaria que su consumo y uso pasan casi desapercibidos. La industria alimentaria encabeza la lista como la principal consumidora de estos insumos, utilizándolos como saborizantes, aromatizantes, suplementos alimentarios para animales, conservantes, entre otros. Esta industria representa casi la mitad de la producción mundial de aceites esenciales.
En segundo lugar, encontramos la industria cosmética y de perfumería, donde el uso de fragancias, ya sean de origen natural o sintético, es tan generalizado que se ha arraigado en nuestra percepción. Nos resulta difícil concebir productos sin su característico aroma, una conexión que se establece con nuestro sentido del olfato, uno de los sentidos más primitivos, y que está fuertemente vinculado a nuestros recuerdos.
La industria farmacéutica ocupa un aproximado del 20% del consumo total de aceites esenciales. En este ámbito, se utilizan con diversos fines, desde propiedades terapéuticas conocidas hasta como alternativa en el diseño de medicamentos en casos de resistencia a antibióticos, entre otros.
Resulta sorprendente que la industria del Bienestar y Aromaterapia, a pesar de su creciente popularidad, tiene una participación relativamente pequeña en el consumo total de aceites esenciales.
En resumen, los aceites esenciales nos rodean en múltiples formas. Están presentes en el jardín, en la cocina, en productos de limpieza y cuidado personal, en los agradables aromas de las tiendas, en la fruta que consumimos e incluso impregnan nuestro cuerpo con los deliciosos perfumes que tanto nos gusta usar.
Si pensabas que el interés por lo natural era una moda pasajera, los aceites esenciales demuestran ser una presencia constante en nuestro día a día. ¿Te preguntas cómo identificarlos a tu alrededor? Puedes triturar una semilla de pimienta o molle para encontrar el aceite esencial en su interior. Las hojas de plantas aromáticas, comunes en la cocina, liberan su aroma al ser frotadas entre los dedos. Lo mismo ocurre con las raíces, como el kión o la cúrcuma, que desprenden su característico aroma al ser cortadas. Las flores, por otro lado, poseen aromas altamente volátiles y difíciles de capturar, lo que las hace valiosas en la industria, un tema que exploraremos en futuras publicaciones.